Vivir la fraternidad y la armonía entre los seres humanos son los ideales de paz
que más se predican, en contraposición al desastre, la guerra y a todo género de
conflictos. Pero la paz no comienza desde fuera, sino desde dentro. No depende
de las decisiones de altos funcionarios sino de lo que llevamos en el interior.
La paz es un valor que suele perderse fácilmente de vista. Cuando una nación entra en conflicto con otra y tenemos que vivir sus consecuencias o cuando en la familia los problemas o pleitos comienzan a surgir comenzamos a apreciar el valor que tiene la paz.
La paz es un valor que suele perderse fácilmente de vista. Cuando una nación entra en conflicto con otra y tenemos que vivir sus consecuencias o cuando en la familia los problemas o pleitos comienzan a surgir comenzamos a apreciar el valor que tiene la paz.

Mucho de la paz que podamos vivir con los demás radica en nuestra forma de expresarnos. En algunos momentos tenemos el impulso de hacer notar los errores de nuestros interlocutores sin saber todo lo que tienen que decir, provocando discusiones y resentimientos. Expresar nuestro punto de vista en el momento oportuno, facilita la comunicación y aumenta las posibilidades de superar las dificultades, pues ambas partes se sienten escuchadas.
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