La tolerancia, la cooperación
y la responsabilidad son algunas de las actitudes que favorecen una convivencia
social armónica, también existen mecanismos para trasmitirlas y hacerlas valer.
Uno
de ellos son las normas de comportamiento, las cuales existen para guiar el
comportamiento individual y grupal de una colectividad; sin ellas, se genera
desorden porque cada cual actúa según sus propios deseos, aspiraciones e
intereses, sin importar los del resto del grupo. Por ello, a lo largo de la
historia de la humanidad, se han establecido leyes para regular la conducta de
los individuos y garantizar la convivencia cordial y el bienestar colectivo.
Así,
dentro de cada familia existen normas de comportamiento, como: asearse antes de
sentarse a comer, no gritar ni provocar alborotos dentro de casa y cumplir con
ciertos deberes, entre otras. Estas normas hacen posible la convivencia y la
satisfacción de las necesidades del grupo familiar. El no cumplirlas acarrea
sanciones, las cuales son diferentes en cada familia.
En una convivencia sana los
integrantes del grupo reconocen la importancia de que la libertad, la igualdad,
la equidad, la justicia, el respeto, la tolerancia, la solidaridad, y la
responsabilidad normen sus actos y relaciones. Por ello, la opinión y la
participación de todos son necesarias para decidir y actuar en bien del interés
colectivo.
Cuando se habla de democracia, no sólo se hace referencia a una forma de
gobierno en la cual los ciudadanos intervienen en la construcción de un
presente y un futuro su país, estado o municipio, también se alude a una forma
de vida que se puede promover en la familia, en la escuela y en los demás
grupos en los que se participa.